ESCRIBIR ES VOLAR EN SUEÑOS. CUANDO TE ACUERDAS. CUANDO PUEDES. CUANDO FUNCIONA. ES ASÍ DE FÁCIL. (Neil Gaiman)
lunes, diciembre 29, 2008
PROMETO ACORDARME SIEMPRE DE ESTE RARO DICIEMBRE
Diciembre, el último de todos, el que avanza el nuevo año y en el que vives entre bufandas, gorros y mensajes de paz que no llegan a ningún lado... Y aunque es familiar, es un coñazo.
Odio la Navidad, ¿Por qué se cree que en estas fechas todo vale?
Odio salir al centro y que te invada la marea de zombies que compran regalos de forma compulsiva, y si te empujan hay que sonreír.
Si te emborrachas es gracioso, y si comes hasta reventar en cenas y comidas de facultad, de empresa, del cole, de nochebuena, de navidad, de nochevieja, año nuevo, reyes... es lo obligatorio... Aunque tengo que reconocer que esto me hace gracia. Siempre me han gustado los excesos, y en esta época están bien vistos.
Sin embargo, yo siento que camino a contracorriente entre esa maraña de gente que disfruta de estas fechas... Y me desespero entre falsas risas y decoración colorida ¿Por qué me obligan a ser feliz? Y si no me da la gana serlo en Navidad ¿soy un bicho raro?
En fin, que al final tiendo a hacer lo mismo que el resto de la humanidad porque por desgracia ni siquiera me ha tocado la lotería del calvo (algo también indispensable para parecer normal en esta época, tener al menos un décimo), porque si me hubiese tocado no me veríais el pelo en todas las vacaciones, y me iría a un sitio muy, muy lejano dónde la Navidad no significara nada.
Aún así, después del desahogo que no tenía pensado ni escribir, tengo que reconocer que este diciembre si va a ser recordado, porque ha sido un raro diciembre. Extraño, rápido, sin tiempo para asimilarlo, pero con todo eso, especial. Este diciembre me ha desconcertado, me ha dejado un pendiente a lo cenicienta, me ha hecho pensar que estaría mejor en cualquier otra parte, ha hecho de un martes otro sábado, y de un lunes, y de un domingo... Y de tantos días sin dar tregua a la serenidad, para no tener que exprimirme el limón, como diría Manolo...
Este diciembre ha complicado mi vida por momentos, porque aunque parezca todo lo contrario, mi vida realmente está aburrida y monótona. Por eso espero ansiosa el 2009, para ver si giro alrededor del año impar como un planeta, porque ahora busca su sitio, pero no lo encuentra...
Así que si las cosas van bien y se cumple el dicho de "Año nuevo, vida nueva", empezaré a pararme y a pensar cuales son las cosas que valen la pena de verdad, en todos los aspectos. Que es lo que hay que mandar a los oscuros pasillos del recuerdo y que es lo que ni siquiera se merece ese privilegio.Y finalmente, por qué merecería la pena luchar para que mejore mi nuevo año y haga que pueda encajar las piezas de mi puzzle personal y emocional, que está hecho un caos... y es que por algo soy Caótica Ana...
Continuará...
viernes, diciembre 26, 2008
EN HONOR AL ESPÍRITU GRINCH
Dentro de un copo de nieve se sitúa el pueblo de Villaquién, y sus habitantes, los Quién, hacen frenéticos preparativos para las fiestas navideñas. Pero la pequeña Quién Cindy Lou se pregunta por qué por esas fechas a todo el mundo le da el arrebato consumista. Mientras tanto, los hermanos de Cindy pasean por el Monte Crumpit, cerca de la guarida de El Grinch. Cuando se acercan a la entrada de su cueva, un enorme monstruo surge de ella, asustando a los chicos.
En realidad, es el perro de El Grinch, Max, con una máscara y un altavoz que amplifica sus ladridos. El Grinch detesta la Navidad y la alegría de los Quién, por eso su corazón es dos veces más pequeño de lo normal. Enfadado por que le han molestado, baja con Máx al pueblo a cometer todo tipo de actos vandálicos. Más tarde, se cuela en la Oficina de Correos y desordena toda la correspondencia.
Es sorprendido por Cindy, que, asustada por su presencia, cae en una pila de paquetes, que van a ser clasificados. El Grinch rescata a Cindy a regañadientes, y cuando ella le da las gracias, él contesta que lo ha hecho por que estaba "mal empaquetada". Envuelve a Cindy con un papel de regalo y se marcha.
martes, diciembre 23, 2008
ME ENVENENO DE AZULES
Resulta que hay un grupo Indie que se llama así, y yo me he visto reflejada. Y no porque la música de este grupo me encante, tampoco porque me haya comido una seta y me esté convirtiendo en pitufo, si no por la metáfora que conllevan estas dos palabras. Y es que me siento dulcemente envenenada por el pensamiento de azules...
No hay mucha razón en esto, y eso es lo que me hace sentirme emponzoñada, porque hasta ahora razonaba mi vida al milímetro, y era yo la venenosa. Llevo meses colocando mis vivencias en pequeños cajones de mi cerebro, y algunas incluso en mi corazón. Redescubriéndome y volviendo a vivir sin dar vueltas a la cabeza. Con mi amiga libertad por compañera, riéndole todas las gracias, porque libertad es así, sólo quiere divertirse y te embauca en su independencia y su vacio emocional. Una mezcla que es explosiva a largo plazo, pero que a corto plazo resulta de lo más cómoda.
Ahora me enveneno de azules, y no creo que sea algo malo, aunque ya digo que no hay mucha cabeza en estos sentimientos. Es un veneno peligroso, pero que aún no ha invadido mis órganos vitales, por lo que no duele, si doliera, ya habría utilizado el antídoto, que como mujer precavida que soy, lo tengo preparado en la mesilla de noche. Así que disfruto del dulce amargor de esta sustancia que no se muy bien dónde está localizada, pero que está por ahí, moviéndose y haciendo que no pueda ver otro color. Lo sueño despierta y dormida, y es que el azul siempre ha sido mi color favorito...
No hay mucha razón en esto, y eso es lo que me hace sentirme emponzoñada, porque hasta ahora razonaba mi vida al milímetro, y era yo la venenosa. Llevo meses colocando mis vivencias en pequeños cajones de mi cerebro, y algunas incluso en mi corazón. Redescubriéndome y volviendo a vivir sin dar vueltas a la cabeza. Con mi amiga libertad por compañera, riéndole todas las gracias, porque libertad es así, sólo quiere divertirse y te embauca en su independencia y su vacio emocional. Una mezcla que es explosiva a largo plazo, pero que a corto plazo resulta de lo más cómoda.
Ahora me enveneno de azules, y no creo que sea algo malo, aunque ya digo que no hay mucha cabeza en estos sentimientos. Es un veneno peligroso, pero que aún no ha invadido mis órganos vitales, por lo que no duele, si doliera, ya habría utilizado el antídoto, que como mujer precavida que soy, lo tengo preparado en la mesilla de noche. Así que disfruto del dulce amargor de esta sustancia que no se muy bien dónde está localizada, pero que está por ahí, moviéndose y haciendo que no pueda ver otro color. Lo sueño despierta y dormida, y es que el azul siempre ha sido mi color favorito...
sábado, diciembre 20, 2008
jueves, diciembre 18, 2008
TROZOS DE CRISTAL
Qué estoy bien aquí, en mi nube azul. Todo es como yo lo he inventado.
Y la realidad, trozos de cristal, que al final hay que pasar descalzo....
Voy a ver si me encuentro dentro de mi piel y comprendo porqué nada puedo entender.
Me resulta tan raro todo lo normal, me tropiezo, me caigo y vuelvo a tropezar.
Y la realidad, trozos de cristal, que al final hay que pasar descalzo....
Voy a ver si me encuentro dentro de mi piel y comprendo porqué nada puedo entender.
Me resulta tan raro todo lo normal, me tropiezo, me caigo y vuelvo a tropezar.
miércoles, diciembre 17, 2008
EN EL CASTILLO DE LA REINA DE LAS NIEVES
Con los sueños rotos es complicado vivir los sueños deseados, pero últimamente, y esto es una paradoja como otra cualquiera, las cosas que me pasan son tan irreales que parecen recuerdos oníricos en lugar de vivencias… Según pasan los años de mi existencia los momentos más bonitos se quedan estancados y se resisten a salir, y el presente me aturde, porque no tiene sentido y va demasiado deprisa para controlarlo.
Tengo recuerdos de tiempos mejores, dulces, tranquilos y serenos, que nublan la seguridad a la que me agarro en estos meses que llamo de transición, más por la manía que tenemos de darle nombre a todo que por que sea o no una transición. En el fondo no hay transición si no hay un cambio futuro, y yo no viajo hacia ningún cambio, simplemente camino sin rumbo esperando que algo o alguien me haga una señal y yo sepa descifrarla, o quiera hacerlo, que estoy bastante alelada, y lo peor es que creo que es adrede.
Y a pesar de los imposibles que me han dado instantes de felicidad rápidamente robada en esta etapa de transición, no sé si tengo el sentido común para ordenarlos, no sé si hay calor dentro de mí para que pueda sentirme bien con las historias que me ocurren de un tiempo a esta parte, y las doy la vuelta para mandarlas del cielo al infierno.
Estoy congelada, y el frío me llega a los huesos pero no me hace temblar, me mantiene inerte y sin sentimientos. Dejo pasar la vida entre emociones y recuerdos de lo que nunca será. La Reina de las Nieves me ha secuestrado en su castillo de hielo y no puedo escapar. Me invade el síndrome de Estocolmo y me encuentro cómoda, y hasta feliz, con la ausencia de sensaciones y de ilusiones…
Tengo recuerdos de tiempos mejores, dulces, tranquilos y serenos, que nublan la seguridad a la que me agarro en estos meses que llamo de transición, más por la manía que tenemos de darle nombre a todo que por que sea o no una transición. En el fondo no hay transición si no hay un cambio futuro, y yo no viajo hacia ningún cambio, simplemente camino sin rumbo esperando que algo o alguien me haga una señal y yo sepa descifrarla, o quiera hacerlo, que estoy bastante alelada, y lo peor es que creo que es adrede.
Y a pesar de los imposibles que me han dado instantes de felicidad rápidamente robada en esta etapa de transición, no sé si tengo el sentido común para ordenarlos, no sé si hay calor dentro de mí para que pueda sentirme bien con las historias que me ocurren de un tiempo a esta parte, y las doy la vuelta para mandarlas del cielo al infierno.
Estoy congelada, y el frío me llega a los huesos pero no me hace temblar, me mantiene inerte y sin sentimientos. Dejo pasar la vida entre emociones y recuerdos de lo que nunca será. La Reina de las Nieves me ha secuestrado en su castillo de hielo y no puedo escapar. Me invade el síndrome de Estocolmo y me encuentro cómoda, y hasta feliz, con la ausencia de sensaciones y de ilusiones…
sábado, diciembre 13, 2008
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