Descubro mi visibilidad. Y la tuya. No somos sombras, nos encontramos frente a frente, reales, imperfectas. Y así, de esta manera, siento que podemos con todo. Ya no me da miedo que te de miedo. Si te distancias, yo me acerco. Si te quieres ir, yo me voy contigo. Estoy orbitando alrededor de ti, en un movimiento elíptico imposible de desviar.
Tengo que reconocer que te echo de menos, pero empiezo a notar los efectos de relativizar-te. Aunque intenso, ha sido cuestión de mes y medio, tiempo suficiente para ilusionarme, pero no para enamorarme. Es mucho más fácil digerir la desilusión que el desamor. Y, como todos sabemos, una vez se digiere, se caga. Ahora toca tirar de la cadena y que desaparezca por el desagüe.