Sí, me gusta entregarme a los placeres. Solo que cuando lo hago, luego no soy capaz de sobreponerme a las consecuencias. Siempre me ha gustado mecerme en los brazos de los excesos, de la carne, de lo excitante. Muchas veces ha sido divertido, casi siempre. Otras no lo recuerdo bien.
Hoy, viéndome fuera de lugar, intento evitar esta parte de mí que se hace cada vez más protagonista y anula todas las otras caras, tal vez más aburridas, pero seguro menos superficiales, más verdaderas.
Recorro el 2012 como quién lo hace en otra etapa vital. Tengo el presentimiento de que me despido de la epicúrea Ana del 2011, para adentrarme en otras motivaciones, tal vez más intensas, tal vez más calmadas.
Al fin, limpia por dentro, recupero el positivismo y disfruto mirando a la vida a los ojos y sonriendo, bañándome de presente, quitándome los lastres de un pasado muy divertido pero turbio en consecuencias. Los cambios. Esa parte tan imprescindible de mí. Los busco tanto como ellos a mí. Nos necesitamos. Y ahora, estamos unidos en objetivos. ¡Vamos allá!
Recorro el 2012 como quién lo hace en otra etapa vital. Tengo el presentimiento de que me despido de la epicúrea Ana del 2011, para adentrarme en otras motivaciones, tal vez más intensas, tal vez más calmadas.
Al fin, limpia por dentro, recupero el positivismo y disfruto mirando a la vida a los ojos y sonriendo, bañándome de presente, quitándome los lastres de un pasado muy divertido pero turbio en consecuencias. Los cambios. Esa parte tan imprescindible de mí. Los busco tanto como ellos a mí. Nos necesitamos. Y ahora, estamos unidos en objetivos. ¡Vamos allá!