lunes, mayo 08, 2006

RECUERDAS

¿Recuerdas el dolor, el sufrimiento, la soledad, el amor, la felicidad parcial, el desengaño? No, no lo recuerdas, los vives, y son esas vivencias las que recuerdas, cada una con distintos protagonistas, y cada persona con sus recuerdos particulares. Los sentimientos no los recuerdas, y por eso los modificas, y por eso tu imagen ha pasado por todos, sin cambiar el protagonista... ¿Ahora lo recuerdas?

¿Recuerdas cuando me decías que no cambiara? Nunca quise que ocurriera, pero ha ocurrido. No soy la misma mujer, las experiencias han terminado por convertirme en algo que no quise ser, fría, insensible, desconfiada. La inocencia y el romanticismo suelen ser frágiles, las caídas y golpes del destino nos alejan de ellos, y se rompen, y cambias. Ya ni siquiera lo recuerdo, ni siquiera sé si la dulce locura utópica del amor perfecto y el destino pudo llegar a ser real en mi existencia.

Imagina que toda tu vida es un puñado de cartas echadas, una serie de sucesos impuestos. Ahora imagina que juegas esas cartas, que decides como emparejarlas. Y finalmente, imagina que tienes un rival, y este no va a permitir que ganes siempre. Ese es el destino, y ganar o perder depende de la suerte y de tu forma de apostar, de la inteligencia con la que elabores tus jugadas, tus experiencias, sentimientos...

Viaja al pasado y recuerda, revive lo que hiciste. ¿Cuantas veces volverías atrás si pudieras escoger un camino distinto al que caminaste? ¿Cuantas veces, tras cambiarlo, terminarías en el mismo punto de partida?

Probablemente tu eras mi destino, y de alguna forma habría acabado a tu lado, aunque ahora cada segundo sueñe con volver a aquel momento en que me sonreíste y te acercaste a mi en aquel bar. Sueño con volver a ese instante en que me hablaste y decirte que no quiero una copa, y que me voy a mi casa para no volver jamás a aquel bar y romper ese camino que me cruzó contigo. Aún recuerdo tu dulce mirada, a pesar de que hace mucho tiempo que no la contemplo, son fotografías que mi mente no quiere borrar. Tu alegría tras el primer beso, la llegada a nuestra casa, emocionados, llenos de ilusiones. Nuestra boda, tus nervios y abrazos. Y el nacimiento de mi hijo, MI hijo, a pesar de que lloraras al verle por primera vez, ahora no lo mereces, no mereces que recuerde todo esto, pero así es la memoria, actúa por sí sola.

Aún así, recuerdo, también recuerdo como nació tu maldad, como dejaste de quererte y empezaste a confundir cariño con posesión. No soy tuya, nunca lo he sido, aunque creyera con todas mis fuerzas que si te pertenecía. ¿Tú lo recuerdas? Yo no soy capaz de olvidarlo para volver a empezar.

¿Recuerdas tu mano levantada, el sonido que yo sólo escuchaba cuando tu brazo rompía el aire al precipitarse sobre mí? ¿Recuerdas mis gritos sordos, mis lágrimas secas, gastadas, lentas... ¡¡LO RECUERDAS!!

Hoy ya estoy sin ti, y tus recuerdos serán tu condena, y mis recuerdos ardiendo en mi cuerpo serán la fuerza para el olvido. Sé que aún vivo entre cicatrices en el corazón y moratones en el alma, pero recuerdo. Y mi mente tiene grabada tu mirada, fría, desorbitada, tu boca, amenazante, tus músculos tensos y tu respiración acelerada. Ya no te quiero, ya no te necesito. Me creí tuya y renuncié a mí, pero de las cenizas de mi dolor saco la raíz de mi fortaleza, y me repito cada segundo que ya no te quiero, para que mi corazón deje por fin de quererte. Mi cabeza ahora le apoya, y estoy segura de que los dos unidos podrán contigo.


Sigue recordando, recuérdame, porque cada recuerdo de tus palizas, de tus insultos, de tu falta de cariño, martillearán tu conciencia para siempre. Será tu desesperación, no cuidaste lo que querías, supusiste que con la agresión mantendrías mi amor. Cuanto te equivocabas, no sabes cuanto. Así que recuerda, recuerda, recuerda y olvida que tuviste una mujer que te quiso, que te cuidó a pesar de todo cegada por un amor irreal y malgastado, por un miedo real, insultante y dominante.
Nunca has sabido ver que a la vez que destrozabas mi vida destrozabas la tuya, hoy ya no puedes acercarte a mí, ni a tu hijo, y sé que algún día te arrepentirás, pero no quiero que mi hijo sepa nada de ti, ni siquiera le hablaré del hombre maravilloso que eras cuando me casé contigo, es tu castigo y mi venganza, ya no eres nada para mi ni lo serás para los pequeños ojos que vieron aterrorizados tus maltratos, tus pecados.



Hace un tiempo escribí este relato. Tal vez recurra a un tema ya muy utilizado, pero creo que es algo que nunca debe dejar de demandar una solución. Este tema no debe pasar de moda, porque cada día aumenta las consecuencias y los horrores. La solidaridad está de baja, y eso lo solucionamos minuto a minuto y luchando porque los problemas no nos superen o nos creamos que nos toca de lado porque lo vemos por la tele como si fuera una película. Las historias ocurren, las muertes son reales, y nosotros formamos parte de un todo que está repleto de heridas, tiritas mal puestas y dolores post traumáticos. Se que escribirlo es fácil, y que no es una acción reacción, no se trata de convertirnos en Teresa de Calcuta, sólo creo que debemos tener conciencia social y no pasar de todo. A nuestra generación se nos acusa de pasotas, y muchas veces pienso, y me incluyo, que nuestros mayores tienen razón...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Nunca éste será un tema muy utilizado si sigue habiendo nuevos golpes...

Muy bueno el relato señorita.

Anita dijo...

Muchas gracias guapa!! Me alegro que te guste, creo que actualmente, en España, este problema es de los que habría que arrancar de raiz. Avanzamos en los derechos, pero hay cosas que no deberían estancarse. No se puede apartar la vista o pensar que te metes donde no te llaman. Tanto amigos con su ayuda, como los políticos con las leyes, deben dar punto y final al maltrato.
Me alegro que no hayas desaparecido, mi blog ya te echaba de menos.